5.3.10

La falta de educación



Recuerdo que de pequeño la primera vez que me subí a un tranvía me llamaron la atención los anuncios que se exhibían en su interior. Aparte de la bebida número uno para los chavales me impresionaron sobremanera la cantidad de prohibciciones. Prohibido escupir en el suelo, prohibido hablar con el conductor y, la que más, prohibida la blasfemia y la palabra soez. Esa palabra tuve que preguntar que significaba ya que nunca la había oído.

Vistos los modales que gastan algunos componentes del partido mayoritario de la oposición, el PP, parece que su posición acomodada les ha permitido viajar siempre en coche propio u oficial y nunca se han subido a un tranvía que, aparte de ser un medio de transporte que no ensucia el medio ambiente y es barato, cumple una función educativa con los carteles que exhibe.

Quizás sería conveniente que para ejercer de político fuera obligatorio viajar una temporada en tranvía. De paso entrarían en contacto con los ciudadanos y sus problemas de los que cada vez están más alejados.