La barbacoa de Bush
Muy mal deben ir las cosas para que Bush haya decidido venir a Europa con objeto de mejorar las relaciones diplomáticas con nuestro continente donde ni su país ni él tienen muy buena imagen.
Desde el primer día ha dado la impresión de no estar muy preparado para su cargo y todo lo que dice está escrito de antemano. Menudo apuro si le falla la memoria y, sobre todo, el autocue. No todos han sido actores de cine como Reagan o el actual gobernador de California de apellido austríaco tan difiícil de escribir.
El autocue es un aparato ingeniosísimo que fue inventado para facilitar el trabajo a los presentadores de televisión. Por medio de una cámara auxiliar que enfoca el texto, éste se proyecta en el objetivo de la cámara que graba el programa que estamos viendo. El texto está escrito en un rollo que va girando.
En los actos públicos hay muchos monitores de televisión repartidos por la sala y en todos ellos se proyecta el texto. Por eso nosotros, como espectadores, tenemos la impresión de que quien habla no usa autocue porque va girando la cabeza de izquierda a derecha y viceversa como mandan los cánones de hablar en público mirando a todos los oyentes para recabar su atención.
El Bush sin autocue lo pasa fatal. Se sienta en las sillas a horcajadas como si estuviera montado en uno de sus caballos y tutea a todo ser viviente y suena poco convincente que refiriéndose a Chirac diga que Jaques siempre le da buenos consejos. Toma esta, a lo mejor nos quiere hacer creer que el presidente francés fue quien le aconsejó la guerra de Iraq.
La verdad es que da la impresión de soltar rollos preparados y no escuchar lo que le dicen. Vaya, que no se entera. Es de los que podría decir, cuando invita a un amigo a una barbacoa y el amigo le dice que no podrá porque tiene la mujer embarazada de días, “pues que venga Dias también.”
Desde el primer día ha dado la impresión de no estar muy preparado para su cargo y todo lo que dice está escrito de antemano. Menudo apuro si le falla la memoria y, sobre todo, el autocue. No todos han sido actores de cine como Reagan o el actual gobernador de California de apellido austríaco tan difiícil de escribir.
El autocue es un aparato ingeniosísimo que fue inventado para facilitar el trabajo a los presentadores de televisión. Por medio de una cámara auxiliar que enfoca el texto, éste se proyecta en el objetivo de la cámara que graba el programa que estamos viendo. El texto está escrito en un rollo que va girando.
En los actos públicos hay muchos monitores de televisión repartidos por la sala y en todos ellos se proyecta el texto. Por eso nosotros, como espectadores, tenemos la impresión de que quien habla no usa autocue porque va girando la cabeza de izquierda a derecha y viceversa como mandan los cánones de hablar en público mirando a todos los oyentes para recabar su atención.
El Bush sin autocue lo pasa fatal. Se sienta en las sillas a horcajadas como si estuviera montado en uno de sus caballos y tutea a todo ser viviente y suena poco convincente que refiriéndose a Chirac diga que Jaques siempre le da buenos consejos. Toma esta, a lo mejor nos quiere hacer creer que el presidente francés fue quien le aconsejó la guerra de Iraq.
La verdad es que da la impresión de soltar rollos preparados y no escuchar lo que le dicen. Vaya, que no se entera. Es de los que podría decir, cuando invita a un amigo a una barbacoa y el amigo le dice que no podrá porque tiene la mujer embarazada de días, “pues que venga Dias también.”
Acércate a los libros
1 Comments:
Felicidades por el blog!
Te sugiero un tema: el hundimiento de las casas del Carmelo.
Agustín Fonts Cavestany
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