2.11.12

Catalunya y democracia

Hoy un interesante artículo de Antoni Puigvert en el diario La Vanguardia de Barcelona. Creo que da en el clavo. El proceso de la independencia catalana o es exquisitamente democrático o no será. Transcribo a continuación el texto íntegro.

A medida que avanza por los caminos de precampaña, el catalanismo parece perder frescura y alegría; pierde el candor con que se manifestó por las calles de Barcelona el pasado septiembre, desplegándose al margen de los partidos. Así como la nieve recién caída muestra una blancura cegadora que, al ser hollada, tiende al color de ala de mosca, aquel arranque ilusionado adquiere en manos de los partidos un carácter prosaico, empinado y fatigoso. El portavoz Homs, los partidos que apoyan el proceso soberanista e incluso el president Mas están perdiendo la iniciativa después de haber infravalorado el peso de la realpolitik europea y de haber aceptado la discusión sobre las hipótesis de futuro. Cada día se producen más discusiones bizantinas sobre la viabilidad legal del Estado catalán. Unas discusiones que tienden a la abstracción y obligan a los soberanistas a construir castillos en el aire, castillos que son fácilmente derribados por sus oponentes. Mientras el soberanismo impulsa algo nuevo que, al no haber todavía cristalizado, no forma parte de los datos de la realidad, sus adversarios apelan a la realidad presente: a las leyes y a la actual correlación de fuerzas en Europa. Pronto sabremos si el progreso de los que se oponen a la corriente del Onze de Setembre es retórico o se traduce en las encuestas.

Pero el soberanismo también cultiva sus propios problemas. Este es el caso del anuncio institucional que animaba a votar el día 25 con imágenes de la manifestación independentista. El anuncio ha sido impugnado por varios partidos y prohibido por la Junta Electoral Central con buen criterio. Una campaña institucional no puede ilustrarse con unas imágenes que contengan un mensaje ideológico explícito. No vale argumentar que otras imágenes del vídeo remiten a ideas y hechos que pueden no ser compartidos por todos los electores. Y no vale por dos razones. Primera, las otras imágenes se refieren a acontecimientos pasados, que no están en discusión en estas elecciones. La segunda razón es más importante, porque se refiere al fondo de la propuesta soberanista. La corriente que cristalizó el Onze de Setembre apela fervorosamente a la democracia. Alza como bandera principal, más que la senyera o la estelada, el derecho a decidir. Una corriente que apela a la democracia no puede juguetear con la democracia. Por razones éticas y estéticas; también por astucia y seriedad: con la ayuda de trampas infantiles no se realiza un cambio histórico. En un vídeo institucional, las imágenes de la manifestación del Onze de Setembre, para ser verazmente democráticas, debían tener un contrapeso. Un grupo de personas tenía que decir, por ejemplo: "Nosotros no quisimos ir a aquella manifestación: no nos gustaba; y también votaremos".

La pulcritud democrática reforzará el proceso de la misma manera que cada error de este tipo alimenta en el exterior el tópico que identifica catalanismo con populismo. Hay que recordarlo de nuevo: este proceso, o es exquisitamente democrático, o no será.