27.5.09

Viajar en avión



Qué tiempos aquellos en que viajar en avión era una gozada. Te recibían unas azafatas jóvenes y bellas ataviadas con unos modelitos diseñados por los mejores couturiers. Qué sonrisas cuando te ofrecían caramelos para que no se te obturaran los tímpanos durante el despegue y el aterrizaje. Se respiraba un aire perfumado que te relajaba si es que entrabas preocupado por la aventura de volar en un avión. Te ofrecían bebidas y comida gratuítas. En fin que contar tu viaje provocaba la envidia de familia y amigos.

Pero hoy en día, ay madre! Las cortesías se han reducido a mínimos, los aviones solo te ofrecen gratuito y garantizado el retraso. Para dar cabida a más pasajeros y ganar más dinero han reducido los espacios a mínimos que no dan cabida a obesos y te pasas todo el viaje dándote codazos con los vecinos para lograr un milímetro de apoyo en los brazos de los asientos. El aire acondicionado es letal y por si solo no es capaz de menguar el olor letal de los cientos de axilas que acaban de abandonar el aparato. Debido a los retrasos solo estan vacíos el tiempo suficiente para repostar. Bebidas y otros alimentos son muy escasos y todos de pago a precios de hotel 5 estrellas. Si quieres una manta para defenderte del aire acondicionado no hay porque los expertos la piden nada más entrar y solo hay 4 mantas a bordo para 200 pasajeros. Me agradeceréis esta información que es valiosísima. Hoy estoy generoso y cabreado.

Resulta que ayer regresé de vacaciones y tuve que viajar en avión de Creta a Amsterdam. Teníamos que salir a las 20:45 horas pero debido al garantizado retraso no lo pudimos hacer hasta las 22. Esta vez la culpa se la dieron a la huelga de controladores aéreos -otros que tal- alemanes. No quiero ensañarme con ellos porque tengo un amigo que trabajó como tal pero os recomiendo leáis la novela Aeropuerto. Si después de leerla os atrevéis a seguir volando es que sois masoquistas como yo.

El vuelo se desarrolló sin problemas aparte las incomodidades e inconvenientes ya descritos. Tras 3 horas y media anunciaron el aterrizaje tras lo cual iniciamos los rituales para el aterrizaje: abróchense los cinturones y mantengan el respaldo de sus asientos en posición vertical. Por suerte no añaden, como en el chiste, y colóquense en carnet de identidad en la boca porque tras el accidente no hay dios que identifique los cadáveres. Pero esta vez Murphy decidió actuar en este momento e impidió que aterrizáramos. Se descandenó una tormenta con relámpagos y truenos que parecía el fin del mundo. Tan es así que no se podía aterrizar. Hubo un intento en el aeropuerto de Rotterdam pero la tormenta llegaba hasta allí y por fin nos llevaron al aeropuerto alemán de Weeze a 185 km de Amsterdam. El capitán nos anunció que unos autobuses nos trasladarían a Amsterdam.

Tras dos horas apareció el capitán para dar la cara y malas noticias. No había autobuses. El aeropuerto no abría oficialmente hasta las 4 de la madrugada y entonces abriría el bar y él podría entrar en el avión -necesitaba la escalera- y nos daría lo comestible que aún quedaba. Hubo el clásico mala leche que intentó amotinarnos pero fracasó estrepitosamente. Y por fin a las 7 de la mañana el avión nos devolvió al aeropuerto de Amsterdam tras haber pasado la noche del loro.

Aproveché para hacerme una foto junto al anuncio del aeropuerto alemán que tiene como eslogan "Aepuerto Weeze, La mejor alternativa'.

Vale tito!