20.6.09

El español, lengua de malhablados



Con motivo del día del Español el diario '20 minutos, ha publicado este artículo de Arsenio Escolar que creo interesante y del que os hago partícipes.

"Promovido por el Instituto Cervantes, hoy se celebra en todo el mundo el Día del Español, con actividades de todo tipo en España y en los 73 centros del Cervantes en el mundo. Me sumo a la celebración trayendo aquí un artículo de una serie sobre nuestra lengua que escribí para la revista Geo hace ya ocho o nueve años.

El largo viaje de una lengua fronteriza
Arsenio Escolar

Prepárense conmigo para un viaje insólito. Fecha de salida: finales del primer milenio, en los siglos oscuros de la Alta Edad Media. Lugar de partida: una pequeña comarca del norte de la península Ibérica, un estrecho cajón limitado al norte por la cordillera Cantábrica, al oeste por el río Pisuerga, al este por los montes vascos y al sur por un gran espacio despoblado al que muchos años después los historiadores llamarán el desierto del Duero.

Ésta es desde hace muchos, muchos siglos una tierra de frontera. Dura, fría, belicosa. Es un volcán. Va a entrar en ebullición, y su lava se va a extender por todo el mundo.

Fíjense bien: estamos en el vértice físico de toda la Península, pues confluyen en él las tres grandes cuencas hidrográficas: mediterránea (aquí mana el Ebro), atlántica (el Pisuerga, nodriza del Duero) y cantábrica (el Nansa). Estamos también en un vértice político, en la frontera donde han chocado docenas de pueblos desde hace muchísimo tiempo. Los iberos con los celtas; los vascones con los pelendones; los cántabros con los romanos; los romanos de la Hispania Citerior con los de la Hispania Ulterior; los alanos con los suevos; los visigodos con los godos; los cristianos del reino de León con los cristianos del reino de Navarra; los cristianos de uno y otro reino con los musulmanes del emirato (luego califato) de Córdoba.

Desde siempre, este ha sido un lugar complicado para vivir, un peligroso far west. Ha conocido tantas guerras que en los años en que arranca nuestra trama se está llenando de fortificaciones, de recios castillos de piedra. Tantos hay, que han dado nombre a la región: Castilla.

¿Quién vive en ellos y en las aldeas que han crecido a sus pies? Gente ruda, poco culta, mal latinizada. Labran algunas tierras; pocas, porque nunca se sabe si las continuas guerras permitirán que las cosechas lleguen a término. Engordan algún ganado. Manufacturan algunos productos muy básicos. Comercian un poco. Y sobre todo, hacen la guerra.

Son gentes ásperas, endurecidas y… malhabladas, muy malhabladas. Sus tatarabuelos de muchos siglos atrás aprendieron tan mal el latín que circulaba un chiste en Roma: "Beati hispani quibus bibere et vivere idem est" ("Dichosos los hispanos, para quienes beber y vivir es lo mismo"). No se decía sólo porque les gustara el trago, sino también porque eran los únicos habitantes del imperio que no distinguían, al pronunciarlas, las b de bibere y las v de vivere. Nuestros protagonistas han corrompido aquel latín vulgar y lo han mezclado con viejos términos prerromanos que aún conservaba su atávica memoria y con otros germánicos de su reciente pasado godo y con otros más de los francos y los occitanos traídos por los peregrinos del camino de Santiago y los monjes cluniacenses y aun con otros que han aprendido de los árabes, con los que de continuo guerrean y pactan y a los que cobran o pagan parias, y de los mozárabes, que han desalojado el Duero y se han refugiado en este rincón más norteño y un poco más seguro…

Han mezclado todos esos componentes y han agitado el cóctel. Sorpresa: no sólo mezcla bien, sino que ha entrado en ebullición y cambia muy deprisa de color, de olor, de textura… Sonoriza más consonantes latinas que sus vecinos el aragonés o el gallego. Diptonga de manera más arriesgada. Elimina muchas más vocales postónicas. Introduce muchos más sonidos guturales y velares, de los que suenan en el fondo de la garganta. Llena sus vocablos de sonidos vibrantes, de erres casi impronunciables para los hablantes de las regiones limítrofes.

"Illorum lingua resona quasi tympano tuba" ("Su lengua resuena casi como las trompetas de guerra"). La cita es del Poema de Almería, una obra en latín de hacia 1150. Y se refiere, por supuesto, a la lengua de Castilla, a ese nuevo idioma que había surgido en el crisol de una frontera geográfica y política, y en la cabeza y las gargantas de una gente arrojada, innovadora, poco apegada a las tradiciones porque apenas tiene otra tradición que la guerra.

Y fue la guerra, la larga guerra contra los musulmanes durante la Edad Media y las expediciones de conquista ultramarina del imperio de los Habsburgo en la Edad Moderna, lo que extendió ese nuevo idioma de modo imparable. Pero también, y sobre todo, fue esa capacidad de innovación, de cambio y de asimilación que llevaba dentro: en su fonética, en su morfología, en su ortografía…

Durante el siglo XV, el castellano ya era la lengua de cultura de toda la Península, incluso de los territorios donde en la calle se hablaba otra lengua romance. A finales de esa centuria y en la siguiente, cuando salta a América, se convierte en una coiné –lengua común- de un territorio ingente, hasta entonces fragmentado en 123 familias de lenguas de las que, una vez más, el dinámico idioma toma préstamos.

En el XVII, una pléyade de escritores excelsos (Cervantes, Quevedo, Lope, Gracián, Calderón…) lo convierten también en la lengua de prestigio en media Europa.

En el XVIII, con la llegada al trono español de una dinastía de origen galo, toma una nueva cosecha de términos franceses y los hace suyos. En el XIX y el XX se nutre del inglés, del que toma muchos vocablos surgidos de la revolución industrial, el transporte, el turismo, la economía moderna y las nuevas tecnologías.

Albores del siglo XXI. Última estación del viaje. La lengua de la frontera ha llegado a una más, la enésima en su largo recorrido. En un amplísimo territorio de América del Norte ha entrado en contacto y en pelea directa con el inglés, con el que comparte decenas de millones de hablantes. ¿Quién colonizará a quién? ¿El poderoso idioma del norte, que cuenta con más armas económicas, mediáticas y tecnológicas, o la dinámica e innovadora lengua inventada hace más de mil años por unos rudos guerreros, que cuenta con un arma demoledora: la demografía? ¿Sobrevivirán ambos como hoy los conocemos? ¿O se fusionarán y nacerá de eso que hoy llamamos spanglish una nueva coiné casi universal?"