10.12.05

Top 10 periodístico -2-



Hoy he leído en La Vanguardia de Barcelona un artículo de Xavier Mas de Xaxàs sobre el Burro Catalán, animal sobre el que ya hablé en un blog anterior.
Hace tiempo que sigo a este periodista. Primero me llamó la atención su apellido vinculado a amistades de mi juventud. Imagino debe ser hijo de alguno de ellas. Sus artículos me han demostrado que es una persona muy bien documentada y de una buena dosis crítica y criterio no exento de dejes humorísticos e irónicos.

Mas de Xaxàs es periodista y licenciado en Historia Contemporánea, fue corresponsal de La Vanguardia en Washington (1996-2002) y en la actualidad es reportero de información local y es autor de varios libros.

Transcribo a continuación el artículo del día 9 de diciembre sobre el Burro Catalán:


Hace tiempo que la Generalitat debería haber recurrido al burro catalán para defender su apuesta nacionalista. Mucho antes de iniciar siquiera la redacción del nuevo estatuto de autonomía, debería haber echado mano del asno, y llevarlo por los pueblos y ciudades de España. Habría sido un excelente embajador de valores como la determinación, la tenacidad y la fidelidad.

Nadie tuvo, sin embargo, la idea de hacerlo y hoy ya es tarde. El pollino corre peligro de extinción, no quedan más de 300 ejemplares, y las autoridades catalanas, orgullosas, sin duda, de los miles de automóviles que lo llevan enganchado en el trasero, no tienen tiempo ni dinero para arreglarle el futuro.

Al burro lo habrían recibido con los brazos abiertos. En primer lugar, por que hay otras regiones españolas, como Baleares, Andalucía y Castilla-León, donde los burros autóctonos sobreviven bajo las mismas amenazas de extinción. La solidaridad, por ello, hubiera estado garantizada. El burro, además, hubiera estado blindado contra las iras de los nacionalistas españoles. Todo ataque habría quedado reducido a un chiste, y al animal no le hubiera costado nada despertar simpatías. Al fin y al cabo, es el animal de los pobres y de la gente sencilla, aquí y en Afganistán, porque come poco, trabaja mucho, nunca enferma y no tiene pretensiones. El catalán, además, está muy valorado desde el siglo IX. Tiene fama de ser más fuerte y alto que otros. Puede llegar a medir 1,65 metros en la cruz.



Hay quien dice, sobre todo en Catalunya, que es el mejor burro del mundo, y en Estados Unidos piensan lo mismo desde que el rey Carlos IV le envió unos cuantos ejemplares al presidente George Washington. Muchos más importaron a lo largo del siglo XIX y buena parte del XX, hasta que en los años 50, debido a la mecanización de la agricultura, no fue tan necesario. Aún así, el ejército de Tierra se hizo con una última remesa de 300 ejemplares para mejorar la raza de los suyos. Cruzó a los catalanes con caballos norteamericanos y así nació el Kentucky-catalan donkey, un burro de grandes prestaciones, producto genuino del amor que sienten los estadounidenses por la vida al aire libre y los vehículos todo terreno.

El burro catalán, por todo ello, y después de su periplo peninsular, podría haber viajado a Washington y Nueva York para explicar allá lo que nadie, no siquiera cabeceras tan prestigiosas como The Wall Street Journal parecen entender.

Entre el 21 y el 28 del pasado noviembre, el Journal publicó tres artículos sobre Cataluña. El primero lo firmaba el presidente Pasqual Maragall, defendiendo que Catalunya es una nación. El segundo, firmado por Eduardo Nolla, profesor de teoría política en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, recogía las tesis del PP en contra de un estatuto que dividirá España y hará un flaco favor a los catalanes. El tercero, escrito por el propio periódico neoyorquino, se titulaba "Separation anxiety" y partía de la premisa errónea de que Cataluña quiere separarse de España. El texto reconocía el derecho de Cataluña a plantear la secesión dentro del marco constitucional español, y adelantaba que si dos entidades no quieren vivir juntas, el divorcio es la mejor solución. La proliferación en Europa de pequeños estados en los últimos años así parece indicarlo. El Journal, sin embargo, apostaba por el ejemplo de Bosnia-Herzegovina que acaba de modificar su constitución para armonizar las difíciles relaciones entre sus tres naciones y cuatro religiones.


Yo creo que el burro catalán habría sido capaz de conseguir la comprensión estadounidense a la propuesta de establecer una nueva ordenación territorial de España. El PP no hubiera echado, entonces, tanta mano de la crispación y la violencia verbal. Los ánimos se habrían serenado. Imagino al líder conservador Mariano Rajoy sobre la grupa de un burro catalán. Después de haber brindado con cava en Sant Sadurní de Noia y de haber cantado la habanera 'El meu avi' en el hotel Juan Carlos I de Barcelona, era la escena que le faltaba para completar el tríptico de su amor por Catalunya.

El burro, al fin y al cabo, nos habría enseñado lo mucho que tienen en común los pueblos y las naciones de España.


Quede constancia de mi admiración por este periodista que opina que Internet permite a los ciudadanos ejercer de periodistas.

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