Berlin bien vale una ‘Champagne torte’
La tercera parte de las vacaciones ha sido la visita a Berlín.
Hace varios años estuve allí y me impresionó mucho ver de cerca el muro estrechamente vigilado por los VOPOS, la Policia Popuar del este. La visita al Berlín Este también me causó honda impresión. Primero por los controles exagerados en la frontera y luego por lo triste y gris que era todo en contraste con el derroche de luz y color del Berlín Oeste.
Esta vez viajamos en coche y sin problemas fronterizos. Aún recuerdo el primer viaje realizado en tren en el que a media noche los aduaneros de la DDR, armados hasta los dientes, te sacaban de las literas a gritos para el control de pasaporte.
Este viaje el problema fue encontrar el hotel. En vista de que las personas preguntadas no nos orientaban bien decidimos pedir ayuda a la policía. Un jóven muy amable sacó su mapa de la ciudad, ajado e ilegible por todos sus pliegues, y con paciencia de santo fue escribiendo el recorrido hasta nuestro destino. Amparados por esta ruta llegamos a destino sin dificultades aunque el viaje duró más de una hora. Parece ser que el hotel se encontraba en un pueblo fronterizo con Berlín.
En el hotel adquirimos por € 6,50 un abono que nos permitía usar todos los transportes públicos durante 24 horas. Con el coche íbamos a la estación del tren de cercanías que estaba a 5 km del hotel y desde allí tardabas casi una hora en llegar al centro. Como Berlín es una ciudad enorme los lugares ineteresantes para el turísta no están tan concentrados como en Praga por lo que el uso del transporte público es vital. Doy fe de la eficiencia y buen estado de estos servicios.
Aparte de que Berlín ya me gustó la primera vez , y me sigue gustando, esta visita me ha dejado un sabor agridulce. Los lugares que recordaba con agrado los he encontrado muy cambiados. Cuando no había obras en la calzada que estropeaban el panorama, te encontrabas con un edificio envuelto en plástico por reformas o los tenderetes de productos asiáticos o de cualquier otro país que estropeaban el ambiente y fastidiaban la foto. Eso si no te encontrabas con una cola de autocares que iban vomitando ‘tropecientos’ turistas de variado plumaje.
Hace varios años estuve allí y me impresionó mucho ver de cerca el muro estrechamente vigilado por los VOPOS, la Policia Popuar del este. La visita al Berlín Este también me causó honda impresión. Primero por los controles exagerados en la frontera y luego por lo triste y gris que era todo en contraste con el derroche de luz y color del Berlín Oeste.
Esta vez viajamos en coche y sin problemas fronterizos. Aún recuerdo el primer viaje realizado en tren en el que a media noche los aduaneros de la DDR, armados hasta los dientes, te sacaban de las literas a gritos para el control de pasaporte.
Este viaje el problema fue encontrar el hotel. En vista de que las personas preguntadas no nos orientaban bien decidimos pedir ayuda a la policía. Un jóven muy amable sacó su mapa de la ciudad, ajado e ilegible por todos sus pliegues, y con paciencia de santo fue escribiendo el recorrido hasta nuestro destino. Amparados por esta ruta llegamos a destino sin dificultades aunque el viaje duró más de una hora. Parece ser que el hotel se encontraba en un pueblo fronterizo con Berlín.
En el hotel adquirimos por € 6,50 un abono que nos permitía usar todos los transportes públicos durante 24 horas. Con el coche íbamos a la estación del tren de cercanías que estaba a 5 km del hotel y desde allí tardabas casi una hora en llegar al centro. Como Berlín es una ciudad enorme los lugares ineteresantes para el turísta no están tan concentrados como en Praga por lo que el uso del transporte público es vital. Doy fe de la eficiencia y buen estado de estos servicios.
Aparte de que Berlín ya me gustó la primera vez , y me sigue gustando, esta visita me ha dejado un sabor agridulce. Los lugares que recordaba con agrado los he encontrado muy cambiados. Cuando no había obras en la calzada que estropeaban el panorama, te encontrabas con un edificio envuelto en plástico por reformas o los tenderetes de productos asiáticos o de cualquier otro país que estropeaban el ambiente y fastidiaban la foto. Eso si no te encontrabas con una cola de autocares que iban vomitando ‘tropecientos’ turistas de variado plumaje.
La visita a la torre de la televisión, desde la sentado en la cafetería que va girando puedes disfrutar de una vista aérea de la ciudad, fue otra experiencia. A las 5 de la tarde desistimos de entrar ya que la cola era de más de 1 km. Al día siguiente decidimos ir a las 10 de la mañana y sólo tuvimos que hacer una cola de 5 minutos. A la salida la gente ya formaba una hilera como la del día anterior. .
Otra decepción fue la visita al Checkpoint Charlie, otrora la frontera con la otra Alemania bajo mando americano. Queríamos visitar el museo que han creado en el que creo que hay cosas muy interesantes sobre los que intentaban huir y pasar al Berlín oeste. Lo que encontramos fue un lamentable ambiente turístico en el que la gente se podía hacer la foto junto a los militares, como la que adjunto, aunque sospecho que no eran auténticos si no figurantes. La gente paga por hacerse la foto junto a ellos. El museo, olvidarlo, porque la cola era de varios kilómetros.
Las obras estropeaban la panorámica de La Puerta de Brandenburgo y la popular calle ‘Unter den Linden’ (bajo los tilos) Esta puerta está ubicada en lo que antes era tierra de nadie, directamente al lado del muro y representa hoy, como ningún otro monumento, la separación y la reunificación de Alemania.
El museo egipcio, con Nefertiti, lo han trasladado y cuando nos enteramos ya no tuvimos tiempo de ir a su nuevo emplazamiento. Nos tuvimos que consolar con Picasso y Matisse que tienen su morada frente al antiguo museo egipcio. Menos da una piedra.
Para quitarnos el mal sabor nos fuimos a la avenida Kufurstendam donde degustamos un capuchino acompañado de ‘Champagne torte’. Por suerte ni todo el turismo del mundo ha conseguido acabar con esta golosina.
Fotos de Berlín
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convocado por:
20minutos.es
1 Comments:
Molt be per el reportatge. Està vist que els turistes en massa,sembla una raça curta de gambals,amb el seu gregarisme i rutines.Catalandonkey
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