Praga
Hemos pasado dos días fabulosos en Praga. Pantalón corto, gorra y gafas de sol para tratar de compensar los 35 grados. Como habíamos escogido hotel en un pueblo a 35 km de Praga pudimos comprobar la calidad del transporte público. Primero un autobús y luego el metro. Todo limpio, puntual y a precios de derribo. Praga la más cara, claro.
El metro es de película de suspense ya que a veces has de utilizar escalera mecánica para salvar un desnivel que en el caso más extremo es de unos 65 metros. En subida aún pero la bajada es de vértigo total. Las líneas de autobuses de cercanías nos permitieron apreciar que los pueblos tienen muy buen aspecto, como sus habitantes, y no dan la impresión de pobreza que pensábamos encontrar recordando nuestra visita a Hungría.
La entrada en Chequia por carretera fue deprimente. Varios kilómetros en obras que obligaban a circular por un carril con un semáforo que interrumpía el tráfico de forma intermitente y que me situó detrás de 50 camiones que al final pude adelantar. El trámite fronterizo, cambio de moneda (a pesar de estar en la Comunidad Europea siguen con sus coronas) y la adquisición de una calcomanía que acredita el pago de peaje por los días que íbamos a estar, fue afortunadamente bastante corto. El precio de la gasolina de 95 octanos es de algo menos de un euro.
Traspasada la frontera la siguiente sorpresa desagradable fue el primer kilómetro ya que al borde de la carretera innumerables señoritas ofrecían sus encantos. Una incluso se exhibía en braga y sostén. Afortunadamente este espectáculo no se repitió en ningún otro tramo de nuestro recorrido. Parece ser que esto se originó cuando la separación de Alemania permitiendo a los ‘machos’ de la Alemania del este satisfacer sus necesidades a precios asequibles.
A partir de aquí todo fueron sorpresas agradables. El país es una maravilla. Paisaje montañoso y verde por todos lados. Las carreteras en buen estado y bien marcadas. Daba la impresión de que acababan de pintar las líneas. Seguramente había que tenerlo todo listo un día antes de la entrada oficial en al Comunidad Europea.
La ciudad de Praga tiene esa impronta que tienen las ciudades que en la época medieval fueron las más importantes. Cuenta con 5 barrios (ciudades) y es cómoda para el turista ya que todo lo interesante está bastante concentrado y se puede recorrer a pié, especialmente la ciudad vieja (Stare Mesto) Bueno, nosotros somos trotacaminos y podemos estar todo el día andando, eso sí, con las correspondientes paradas para repostar. Sin previo aviso te sirven una cerveza de un cuarto de litro y la modernidad la demuestran con la plaga de los nauseabundos MacDonald’s que te los tropiezas cada dos por tres.
Para los barceloneses el ‘art nuveau’ hace que nos sintamos un poco en casa. En Praga hay cantidad de casas preciosas pintadas o decoradas en plan modernista. En fín mejor que os deís una vuelta por el montaje de fotos que he hecho y si no lo mejor es que vayaís un fín de semana con una de de esas ofertas que hacen hoy en día.
El metro es de película de suspense ya que a veces has de utilizar escalera mecánica para salvar un desnivel que en el caso más extremo es de unos 65 metros. En subida aún pero la bajada es de vértigo total. Las líneas de autobuses de cercanías nos permitieron apreciar que los pueblos tienen muy buen aspecto, como sus habitantes, y no dan la impresión de pobreza que pensábamos encontrar recordando nuestra visita a Hungría.
La entrada en Chequia por carretera fue deprimente. Varios kilómetros en obras que obligaban a circular por un carril con un semáforo que interrumpía el tráfico de forma intermitente y que me situó detrás de 50 camiones que al final pude adelantar. El trámite fronterizo, cambio de moneda (a pesar de estar en la Comunidad Europea siguen con sus coronas) y la adquisición de una calcomanía que acredita el pago de peaje por los días que íbamos a estar, fue afortunadamente bastante corto. El precio de la gasolina de 95 octanos es de algo menos de un euro.
Traspasada la frontera la siguiente sorpresa desagradable fue el primer kilómetro ya que al borde de la carretera innumerables señoritas ofrecían sus encantos. Una incluso se exhibía en braga y sostén. Afortunadamente este espectáculo no se repitió en ningún otro tramo de nuestro recorrido. Parece ser que esto se originó cuando la separación de Alemania permitiendo a los ‘machos’ de la Alemania del este satisfacer sus necesidades a precios asequibles.
A partir de aquí todo fueron sorpresas agradables. El país es una maravilla. Paisaje montañoso y verde por todos lados. Las carreteras en buen estado y bien marcadas. Daba la impresión de que acababan de pintar las líneas. Seguramente había que tenerlo todo listo un día antes de la entrada oficial en al Comunidad Europea.
La ciudad de Praga tiene esa impronta que tienen las ciudades que en la época medieval fueron las más importantes. Cuenta con 5 barrios (ciudades) y es cómoda para el turista ya que todo lo interesante está bastante concentrado y se puede recorrer a pié, especialmente la ciudad vieja (Stare Mesto) Bueno, nosotros somos trotacaminos y podemos estar todo el día andando, eso sí, con las correspondientes paradas para repostar. Sin previo aviso te sirven una cerveza de un cuarto de litro y la modernidad la demuestran con la plaga de los nauseabundos MacDonald’s que te los tropiezas cada dos por tres.
Para los barceloneses el ‘art nuveau’ hace que nos sintamos un poco en casa. En Praga hay cantidad de casas preciosas pintadas o decoradas en plan modernista. En fín mejor que os deís una vuelta por el montaje de fotos que he hecho y si no lo mejor es que vayaís un fín de semana con una de de esas ofertas que hacen hoy en día.
Fotos (un poco de paciencia porque tarda en cargarse la presentación que dura unos 5 minutos)
La próxima vez comentaré nuestra visita a Karlsbad.
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convocado por:
20minutos.es
1 Comments:
Quin nivell, tio!
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