Los fuegos artificiales
La costumbre holandesa de usar fuegos artificiales en Noche Vieja me pone de mal humor como me ponía en España durante las verbenas. Mi animadversión contra ellos proviene de mi niñez por el uso y abuso que hacía nuestro vecino de enfrente y que a pesar de que una vez le explotaron en su domicilio siguió, como si nada, tirando cochetes y truenos y encendiendo tracas descomunales que aterrorizaban a todo el vecindario.
A veces me pregunto de dónde proviene esta costumbre tan arraigada en la península Ibérica, sobre todo en la región valenciana. La búsqueda por internet nos ilustra sobre este tema y, como suele ocurrir en estos casos, no está demasiado claro quienes fueron realmente los primeros y nos hemos de orientar por medio de leyendas. La primera es de hace más de 2.000 años en la que un cocinero chino los inventó por accidente. En una cocina al aire libre mezcló carbón, ácido sulfúrico y nitro (todos productos conocidos en la cocina de esa época). La mezcla se quemó y cuando fue comprimida en un tubo de bambú explotó.
Generalmente se acredita a Marco Polo de traer el conocimiento de la pólvora a Europa en el siglo XIII, aunque algunos creen que fueron los cruzados los que trajeron la pólvora en sus viajes.
A los fuegos artificiales, antes y ahora, se les ha atribuido el poder de evitar los espíritus malignos y los fantasmas, que son ahuyentados con los estallidos de los fuegos artificiales. Los fuegos artificiales son usados hoy días para celebrar nacimientos, muertes y cumpleaños. El Año Nuevo chino es un evento muy popular que se celebra con fuegos artificiales que ahuyentan los espíritus malos.
Vistos los riesgos que comportan más parece que los fuegos artificiales atraen a los espítius malos. Quemaduras, mutilaciones, intoxicaciones, envenamiento, contaminación sonora y ambiental, son moneda corriente. La mayoría de las lesiones se presentan en las manos y en la cara, por el acercamiento de estas partes del cuerpo al encender los artefactos.
A pesar de las imágenes aterradoras de gente lesionada por el uso de los fuegos artifciales la gente sigue, como si nada. No me explico como las tradiciones como esta pueden manternerse cuando entrañan tanto peligro por no hablar de la fortuna que cuestan. A nadie se le ocurriría prender fuego a un billete, por ejemplo, de 50 euros...
A veces me pregunto de dónde proviene esta costumbre tan arraigada en la península Ibérica, sobre todo en la región valenciana. La búsqueda por internet nos ilustra sobre este tema y, como suele ocurrir en estos casos, no está demasiado claro quienes fueron realmente los primeros y nos hemos de orientar por medio de leyendas. La primera es de hace más de 2.000 años en la que un cocinero chino los inventó por accidente. En una cocina al aire libre mezcló carbón, ácido sulfúrico y nitro (todos productos conocidos en la cocina de esa época). La mezcla se quemó y cuando fue comprimida en un tubo de bambú explotó.
Generalmente se acredita a Marco Polo de traer el conocimiento de la pólvora a Europa en el siglo XIII, aunque algunos creen que fueron los cruzados los que trajeron la pólvora en sus viajes.
A los fuegos artificiales, antes y ahora, se les ha atribuido el poder de evitar los espíritus malignos y los fantasmas, que son ahuyentados con los estallidos de los fuegos artificiales. Los fuegos artificiales son usados hoy días para celebrar nacimientos, muertes y cumpleaños. El Año Nuevo chino es un evento muy popular que se celebra con fuegos artificiales que ahuyentan los espíritus malos.
Vistos los riesgos que comportan más parece que los fuegos artificiales atraen a los espítius malos. Quemaduras, mutilaciones, intoxicaciones, envenamiento, contaminación sonora y ambiental, son moneda corriente. La mayoría de las lesiones se presentan en las manos y en la cara, por el acercamiento de estas partes del cuerpo al encender los artefactos.
A pesar de las imágenes aterradoras de gente lesionada por el uso de los fuegos artifciales la gente sigue, como si nada. No me explico como las tradiciones como esta pueden manternerse cuando entrañan tanto peligro por no hablar de la fortuna que cuestan. A nadie se le ocurriría prender fuego a un billete, por ejemplo, de 50 euros...
En Holanda el uso de estos artilugios está regulado severamente. Sólo se pueden vender en establecimientos y fechas autorizadas. A pesar de ello cada año son descubiertos almacenamientos ilegales que son encautados y sus propietarios son multados severamente.
La semana pasada, mirando por la ventana de casa, presencié las escenas de siempre. Jóvenes que disfrutan aterrorizando a transeúntes y vehículos haciendo explotar algún trueno en el momento de pasar. Algunos los hacen explotar en las papeleras y cuanto más humno sale más se regocijan. La oficina de correos retira unos días antes todos los buzones para evitar que los gamberros incendien la correspondencia en ellos depositada.
Que cruz las tradiciones intocables!
convocado por:
20minutos.es
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