Lo que va de ayer a hoy

Una vez al año los artistas de mi ciudad abren sus talleres al público. Esto es motivo para dejar el coche y recorrer las calles andando lo que permite descubrir lo mucho que han cambiado algunas cosas desde que llegué aquí. La chimenea que se aprecia en la foto hizo que mis recuerdos dieran un salto atrás hasta el año 1973.

En este lugar estaba situada la fábrica textil Twente Spinerij en la que trabajaban muchos compatriotas, en su mayoría andaluces. Me sorprendió que todos ellos tuvieran su casa en Terrassa, una de las ciudades textiles de Catalunya. Primero emigraron dentro de la península y tras la crisis del textil en Catalunya, emigraron al extranjero. Algunos a Francia, otros a Alemania y unos cuantos a Holanda.

Cuando llegaron aquí ya estaban adiestrados en el trabajo con los telares. Como no disponían de ningún diploma o título oficial Holanda se aprovechó de sus conocimientos y habilidad porque les pagaba el sueldo de operarios no cualificados. Una época en que no extrañará si digo que los extranjeros estábamos bastante bien vistos.

A pesar de esta bicoca la industria textil holandesa no pudo resistir la competencia de otros países y decidió substituir la mano de obra por maquinaria moderna que funcionaba casi automáticamente. Algo más tarde esta renovación tampoco pudo con la competencia por lo que la mayoría de las fábricas textiles se trasladaron a países del tercer mundo. Allí fueron recibidos con los brazos abiertos y les dieronn toda clase de facilidades para instalarse. Terreno gratis, menos impuestos y un largo etcétera. Los extranjeros, en su mayoría en el paro, ya empezaron a no ser tan bien vistos.

La chimenea de la foto es el único testimonio de la industria que estuvo situada en este paraje. Hoy día han construído un lago a su alrededor y se ha instalado un resturante griego. No juraría que el dueño sea griego porque últimamente las pizzerías, por ejemplo, ya son propiedad de turcos cristianos. ¿ Y los extrajeros? Cada vez peor vistos.

Lo que va de ayer a hoy.