12.4.07

Un libro para Rajoy



Francesc-Marc Álvaro ha publicado un artículo en La Vanguardia de Barcelona que me ha gustado mucho y del que quiero haceros partícipe.
Bajo el título "Un libro para Rajoy" escribe lo siguiente:

"Alguien debería regalarle urgentemente a Mariano Rajoy el libro de Harry G. Frankfurt titulado Sobre la verdad, recién traducido al castellano y editado por Paidós. Se trata de un librito breve pero enjundioso, en el que este profesor de la Universidad de Princeton argumenta, dirigiéndose a un público amplio no especializado, la importancia de la verdad en nuestra sociedad tan infectada de mentiras y fenómenos afines.

Por ejemplo, Rajoy puede encontrar en sus páginas una frase como la iguiente:
"Nadie en su sano juicio confiaría en un constructor o se sometería al cuidado de un médico a quienes la verdad les tuviera sin cuidado". Cambiemos las palabras constructor y médico por político y reflexionemos.
¿Por qué sugiero, modestamente, que el líder del PP lea esta obra? Porque esperar que lo hagan los señores Acebes, Zaplana y Astarloa sería tener demasiada fe. Como lo sería esperar que se hubieran jubilado discretamente después del 11-M. Pero quizás Rajoy, algún día, quiera escapar de la fantasía. Ya veremos.

Lo que sí sabemos ya es que el juicio del 11-M está poniendo las cosas en su sitio. Y también sabemos que los que crean y divulgan, desde Madrid, una gran película de historia-ficción se están estrellando contra todas las evidencias. Los supuestos vínculos entre ETA y el islamismo violento internacional, que varios dirigentes del PP, El Mundo y la Cope sostienen, no aparecen por ningún lado. No obstante, los teóricos de una gran conspiración etarra-islamista, que habría tenido por objeto provocar un cambio de gobierno a favor del PSOE, parecen dispuestos a seguir hasta el final con sus patrañas, con un menosprecio insólito por los hechos. Este personal ha decidido actuar diariamente al margen de la verdad más elemental, una actitud propia de dos tipos de personas: los que son rematadamente imbéciles o los que presumen que todos los demás son imbéciles.

La relación del PP con la verdad es algo que debería preocupar a sus dirigentes, a sus votantes y a sus simpatizantes. A menos, ya digo, que los populares se crean su propio bulo o que consideren que una mayoría de la sociedad española ha dado por buena la delirante teoría de la conspiración. Afirma el profesor Frankfurt que "sin verdad estamos destinados a fracasar antes de empezar". Puede que los estrategas de la calle Génova sonrían ante esta frase, puede que la consideren una memez. Pero también dentro del PP, aunque en voz baja, hay quienes se preguntan si ponerse de espaldas a los hechos es lo más inteligente para una organización que, tarde o temprano, deberá volver a la realidad, esto es a gobernar.

No se trata, como es obvio, de cuestionar la libertad de emitir juicios de valor sobre políticas posibles, sujetas siempre a la normal pluralidad ideológica y, por tanto, totalmente opinables. Se trata de algo muy distinto, como es constatar el error de fundamentar la estrategia de un partido a partir de la negación sistemática de la verdad que los hechos asientan. ¿Por qué no ha de ser igual de válido para un proyecto político lo que es imprescindible para cualquier grupo humano que trata de alcanzar unos objetivos? ¿Quién invertiría en una empresa donde su presidente y su director general afirmasen con recurrencia que es de noche a las doce del mediodía? Les tomarían por locos y les apartarían de sus cargos. Los accionistas y trabajadores de esa empresa irían al desastre con directivos que hubieran sustituido la verdad por un cuento chino.

Rajoy debería haber aprendido del último Aznar que olvidar la realidad es siempre un mal camino. Incluso si el adversario es Zapatero. Mejor todavía: sobre todo si el contrario es
Zapatero."

Me pregunto si por fín se podrán exigir responsabilidades a los dirigente del PP que tras el 11M engañaron al país con la intención de seguir en el poder, verlos sentados en el banquillo de los acusados y condenados por su culpa.


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