Volare, oh!, oh!
Cuando se iniciaron los viajes en avión recuerdo que era algo lujoso y hasta algo romántico como la canción ‘Nel blu dipinto in blu’ que hizo famosa Modugno, más conocida como Volare.
Los aviones olían a limpio, las azafatas, ataviadas con modelitos Balenciaga, te saludaban con una sonrisa que dejaba ver su inmaculada dentadura, te ofecían gratuítamente caramelos antes del despeque y del aterrizaje, la prensa local, refrescos y a los niños les regalaban cuadernillos para colorear además de los lápices de colores y durante el vuelo te servían una comida.
La competencia de otros medios de transporte, especialmente en Europa con los autobuses péndulo enfocados al turismo de alpargata, ha obligado a las compañías aéreas a reducir sus tarifas a costa del servicio.
Se acabaron los caramelos, las comidas las bebidas y las atenciones para con los niños.
Para colmo en la actualidad les ha salido la competencia de las compañías de aviones charter que sólo comunican por Internet con lo que ahorran gastos de personal lo que les permite ofrecen los billetes a precios de derribo. Si quieres beber o comer algo has de pagarlo de tu bolsillo.
Esto último da que pensar porque la semana pasada sufrí personalmente el infierno que supone tratar con estas compañías cuando pasa algo fuera de lo normal. Debido a la falta de personal no hay quien pueda informar debidamente. A lo sumo algún empleado jóven que se excusa diciendo que no sabe nada y que es la primera vez que ocurre una cosa así y no sabe lo que ha de hacer con los pasajeros quienes a su vez cada vez se
ponen más iracundos.
La más graciosa fue una chica que inquirida por la causa del retraso de cinco horas me dijo que “no encontramos avión” Vaya, como quien pierde las llaves y no las encuentra.
Sinceramente, con estas compañías ¿volare? no! no!
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