1.10.06

Paella comunitaria



En el fotolog de Màrius (ver enlaces) se puede leer una interesante sugerencia de Joan Barril . “Pide a un vecino un poco de arroz, a otro un poco de aceite, a otro tomates y así sucesivamente. Luego haces una paella y convidas a todos lo que han colaborado desinteresadamente con lo que logras hacer una red de amigos con tus vecinos.”

La idea me ha hecho reflexionar sobre lo que pasaría si hiciera lo propio en mi vecindario. Como en este país suelen utilizar arroz de grano alargado, influencia de sus colonias en Indonesia, seguramente tendría que pedir el arroz al vecino turco que utiliza el grano como el que utilizamos en la Península Ibérica. El aceite de oliva, aunque cada vez se utiliza más por influencia de los inmigrantes no se si es corriente en el vecindario o sea que debería pedírselo también a Mohamed. Tal como están las relaciones con el mundo islámico no se si sería prudente abusar de su generosidad.

Los tomates ya me preocupan más. Quizás se los pediría a la vecina de la que sólo nos separa una pared medianera. No porque sea lesbiana, que yo no discrimino. El resto creo que nos lo habríamos de suministrar nosotros ya que no creo que los vecinos tengan en casa sepia, calamares, o algún tipo de marisco. El pollo es lo que tiene más probabilidades aunque no se si me atrevería. La verdad es que no se me ocurre un pretexto viable para justificar esta petición. Quizás lo haría si dispusiera de cámara oculta para poder filmar la cara de sorpresa, asombro o incredulidad de los vecinos cuando les pidiera un poco de pollo.

La mejor manera de hacer migas con el vecindario es, primero y principal, no pedirles nada. Lo mejor invitarlos a comer ofreciéndoles un menú abundante hasta reventar y cajones de cerveza para ir haciendo tiempo hasta la media noche hora en la que suelen retirarse. En fín de semana puede ser mortal ya que podría alargarse hasta altas horas de la madrugada. Esto, por una vez, no sería inconveniente lo peor es que se verían ‘obligados’ a corresponder. Y aquí entramos en otro problema. No creo que ningún vecino pueda igualar las artes culinarias de mi mujer.

Un último problema. No podríamos encontrar una paella gigante para más de 40 comensales. Total: mejor no meneallo.