Crucero por el Mediterráneo -4-
4. Nápoles
Por fin una parada de casi un día. Había tantas cosas para ver que decidimos limitarnos al barrio español, el barrio más antiguo, ya que consideramos que sería más auténtico que la parte moderna. Y de remate subir al castillo situado en lo alto de la montaña para poder tener una vista panorámica de la ciudad. Creo que acertamos.
Las calles estrechas del barrio con la ropa tendida de un balcón hasta el de enfrente, la simpatía de la gente que no sólo se dejaba fotografiar si no que enseguida se enrollaba con nosotros, hicieron nuestro paseo muy interesante a pesar de la suciedad y de que las motos que conducían a todo gas ponían nuestras vidas en peligro. Nuestros amigos, fotógrafos empedernidos, dieron cuenta detallada de lo peculiar que veían, que fue casi todo. Respiramos el ambiente que solían reflejar las películas italianas de los años 50.
Por eso la noticia de hoy de que Nápoles se ahoga a causa de incendios de las tres mil toneladas de basura amontonadas en la calle no nos ha cogido de sorpresa. Vimos a muchos motoristas con bolsas de basura dirigirse a los lugares donde la gente había improvisado un vertedero. Desde hace más de una década, la Camorra controla el sistema de recogida de basuras y organiza sin dificultad la resistencia local a la construcción de incineradores. De los cuatro que absorben los residuos sólidos de Nápoles, ayer funcionaba sólo uno, y estará completamente lleno el sábado. Lo que faltaba, la Camorra
Tras varias horas nuestros acompañantes empezaron a dar muestras de agotamiento, sobre todo el marido, un excorredor de maratón, a quien este deporte le ha dejado como recuerdo un dolor de espalda bastante fuerte. Los kilómetros andados por las calles adoquinadas - dando saltos para sobrevivir los ataques de los scooters- con pendientes de porcentaje muy elevado le hicieron ver las estrellas. Así que decidimos coger un funicular para llegar al castillo. La calle de la estación era de dirección única para el tráfico descendente. Doy fe de que la circulación que rodó por ella , toda, fue contra dirección.
La panorámica sobre Nápoles una maravilla. Los fotógrafos se pusieron las botas. Yo también hice unas cuantas pero a su lado no me considero ni fotógrafo. De nuevo en la ciudad aprovechamos para degustar el expreso italiano y mandar postales y ya de regreso hacia el barco fui atropellado por una napolitana que iba tocando la bocina exasperadamente y que por suerte todo quedó en un roce de su rueda delantera con mi zapato izquierdo. El aire se llenó de tacos en varios idiomas. Mala puttana...
No creo que este accidente se produjera para hacer verdad el dicho de...
VEDI NAPOLI POI MUORI
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