18.5.08

Rodas III



La primera visita con el coche fue al monasterio de Filérimos construido en estilo gótico tardío. El edificio está rematado por una cruz de ocho puntas de la orden de los Juanistas. Por cierto, se puede efectuar una ruta por la isla sobre esta orden. ¿Qué quiénes eran?

“En torno a las cruzadas surgió una nueva forma de monacato ligada a las peregrinaciones a Tierra Santa y a las cruzadas. Los caballeros de estas órdenes eran en efecto monjes, que habían profesado votos (pobreza, castidad y obediencia) y se organizaban según una regla (por lo general la benedictina). Pero al mismo tiempo eran "milites", al ejercer el oficio de las armas y estar motivados por el ideal de cruzada. Hubo dos grandes órdenes militares, la primera en aparecer fue la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén,en 1048 en Jerusalén fundada por mercaderes de Amalfi. Al principio se encargaba de un hospital de peregrinos pero a partir de 1137 admitió caballeros pasando a ser una orden militar. Fueron y son conocidos como caballeros de Malta, hospitalarios o juanistas.”

Frente al monasterio se inicia el calvario con estatuas de bronce. Este paseo fue construido por monjes franciscanos que habitaron el edificio a principios del siglo XX. Al final del paseo se erige una cruz de hormigón a la que se puede ascender por la escalera que hay en su interior. Desde arriba hay una panorámica maravillosa.



Coincidimos con la llegada de 4 autocares con turistas que realizaban un crucero por el Mediterráneo y aprovechaban la parada en el puerto de Rodas para hacer turismo por la isla. Ante el asombro de mis acompañantes que pronunciaron mi nombre en voz alta para que me acercara a ellos, se giraron ‘tropecientas’ personas. Resultaron ser de Castilla la Mancha…



De allí nos desplazamos hasta Kamiros donde pudimos admirar los restos arqueológicos de esta ciudad que data de la época helenística y que nunca han sido reconstruida. Desde la cima donde estuvo el templo de Atena se puede disfrutar de una vista magnífica. Luego en el pueblecito al lado del mar pudimos degustar un pescado fresco a la plancha que nos permitió recuperar fuerzas.



Llegamos al hotel a media tarde donde se vivía el ambiente de un cuatro estrellas con animadores para la gente que no tiene imaginación ni quiere desplazarse y a las 5, como si estuviéramos en Inglaterra, el té.