Los escobazos de Jarandilla

Jarandilla de la Vera (Cáceres) cuenta con unos 3.500 habitantes así como con fiestas de gran tradición como la del Cristo, que tiene lugar en septiembre y gira en torno a festejos taurinos para regocijo de unos y enojo de otros y, para la Inmaculada, la fiesta de Los Escobazos. Naturalmente estas fiestas han sido declaradas de Interés Turístico Regional y a ellas suelen acudir unas 20.000 personas.



A partir de las 7 de la tarde los jarandillanos salen de casa y comienza la fiesta. En el deambular por las calles los jarandillanos intercambian escobonazos, beben vino de pitarra (que es el vino que ellos mismos fabrican) y cantan canciones populares e himnos a la Virgen de la Concepción.

Los escobazos es un rito consistente en hacer arder cientos de hogueras y escobas en honor a la Virgen de la Inmaculada y que desde hace siglos se convierte en la mayor expresión cultural de este municipio del norte de Cáceres. Miles de personas esperan el inicio de la procesión para gritar a la vez «Viva la Virgen de la Concepción» a la que responden «Viva-Viva" una y cien veces más.

La procesión se acompaña llevando haces de escobones envueltos en llamas y al paso de las plazas se encienden numerosas hogueras, algunas de ellas de considerable tamaño. Hombres, mujeres y niños siguen al estandarte -portado por el Mayordomo- a lomos de burros, caballos o mulos. Uno de los momentos más interesantes es la reunión de los vecinos con escobazos en la plaza Mayor, donde, una vez encendidos, comienzan a golpearse con ellos en las espaldas y en las piernas, pero nunca en la cabeza o con los tizones, como indican las normas festivas. Posteriormente, los más jóvenes, a lomos de caballerías, se concentran junto a la Iglesia de la Soledad para escoltar en procesión y con escobones luminosos el Estandarte de la Virgen.

"Los Escobazos" tienen su origen en el siglo VII cuando los cabreros, que bajaban desde la sierra a sus casas para celebrar con sus familiares la fiesta de la La Inmaculada. Comenzaban su caminar de madrugada para llegar a tiempo. En su rodar sierra abajo sufrían continuos percances, debido a la falta de iluminación por lo que comenzaron a utilizar el fuego para ello. En la comarca de La Vera abunda un arbusto conocido por el nombre de escobera, que arde con facilidad y con ella fabricaban laboriosas "antorchas", que se conocen con el nombre de escobones. Su realización consiste en unir ramas de las escoberas secas y atarlas con cuerdas para que no se deshagan.

Al llegar al pueblo los cabreros, después de una larga estancia en la sierra, eran recibidos por sus familias en las calles. Y se cree que en la exaltación del reencuentro manifestaban su alegría dándose golpes entre ellos con los escobones encendidos. Y aquí es donde se cree que está el origen de Los Escobazos, que poco a poco se fue convirtiendo en costumbre y se ha transmitido, de padres a hijos.

Este día se canta:

¡Virgen de la Concepción, mañana será tu día!
Y subirás a los cielos, !Quien fuera en tu compañía!
Ardía la zarza, y la zarza ardía.
Y no se quemaba la Virgen María.
Ardia la zarza, y la zarza ardió.
La Virgen María doncella y parió.

¿Cómo pudo ser?, ¿Cómo pudo ser?.
Aquel que lo hizo, bien lo supo hacer.
Toda la noche he venido,
rodando como un troncón.
Sólo por venirte a ver,
Virgen de la Concepción.

La procesión acaba después de casi tres horas de recorrido, es larga pero le gente aguanta. La fiesta sólo acaba de empezar. Ahora empieza la diversión en bodegas, bares, pub, discotecas y salas de fiestas, a las que han acudido varios miles de jóvenes de los alrededores a la diversión. Todo está lleno.

Alguien describe esta fiesta como:

Fuego, vino, tradición, cultura popular y ancestral se entremezclan en unos momentos increíbles que enganchan hasta a los que no les gusta la fiesta.