Krónicas de la emigración
Si algún día me decido a escribir mis Krónicas sobre la emigración, con K que queda más germánico, seguro que incluiré la anécdota del intérprete.
Resulta que por allá los años 60 del siglo pasado, un buen día llegó a la estación de Utrecht un grupo de emigrantes españoles que había contratado una empresa textil holandesa.
En el andén los esperaban el director y el intérprete quien tras darles la bienvenida en nombre de la empresa pasó a presentarse. El buen hombre, holandés, había aprendido el castellano durante su estancia en sudamérica y tenía un acento bastante gracioso. Alzando la voz para que le pudieran oir todos les dijo:
- Este señor es el director y se llama Jansen. Mi nombre es Smits y soy el intérprete.
En este momento le interrumpe uno de los recién llegados para preguntarle,
- ¿Y eso de intepréte qué es?
- Pues mire usted, cuando usted me diga algo a mi yo se lo digo al señor al señor Jansen.
- ¿Y esto es un intepréte? Esto es un chivato.
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