19.3.05

Cualquier tiempo pasado fue mejor



El Ministerio de Fomento retiró ayer la estatua ecuestre de Franco de la plaza de San Juan de la Cruz porque era «una figura que no agradaba a la mayoría de los ciudadanos». Esta acción desató la caja de truenos que ya quisieran para sí las fallas valencianas para dar ambiente. Que despertà!

En otras ciudades ya hace años que fueron retiradas y otras han dado a conocer su deseo de hacer lo propio. Pero de momento la clase política está enzarzada en una discusión sobre si es o no conveniente. Por su parte, los fachas de toda la vida, han aprovechado para manifestarse en contra y llevar flores al lugar donde se erigía la estatua del dictador.

A mí, la verdad, el recuerdo del dictador me horroriza pero desde el punto de vista de la memoria histórica no soy partidario de ignorar lo que hubo. Mejor sería colocar junto a las estatuas ecuestres información sobe el personaje. Las nuevas generaciones no saben mucho acerca de la dictadura fanquista y para los que la sufrimos nos ayudaría a no olvidarla. Para que no vuelva a ocurrir.

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hablando de memoria histórica
Aquí os dejo una canción del mismisimo Victor Manuel...si,si el autor de entre otras obras de arte de El abuelo.
UN GRAN HOMBRE (1966)
Hay un pais
Que la guerra marcó sin piedad,
Ese país
De cenizas logró resurgir,
Años costó
Su tributo a la guerra pagar,
Hoy consiguió
Que se admire y respete su paz,
No, no conocí
El azote de aquella invasión,
Vivo feliz
En la tierra que aquel levantó,
Gracias le doy
Al gran hombre que supo alejar,
Esa invasión
Que la senda venía a cambiar.
Otros vendrán
Que el camino no habrán de labrar,
Él lo labró
A los otros les toca sembrar.
Otros vendrán
Que el camino más limpio hallarán,
Deben seguir
Por la senda que aquél nos marcó,
No han de ocultar
Hacia el hombre que trajo la paz,
Su admiración,
y por favor,
Pido siga esta paz.

4:33 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Mira lo que escribía otro insobornable luchador antifranquista en 1944:

"La voz de bronce de las campanas de San Lorenzo, el laurel de fama de
la corona fúnebre, la piedra gris del Monasterio, los crespones de
luto en todos los balcones del Escorial, los dos mil cirios ardiendo
en el túmulo gigantesco coronada por el águila del Imperio que se
eleva en la Basílica, lloran en esta mañana, con esa tremenda
expresión que a veces tienen las cosas sin ánimo, la muerte del
Capitán de España. Hasta el sol y el paisaje han cubierto su inmutable
indiferencia con el velo gris de la lluvia y la niebla, y cae sobre la
ciudad –lacrima coeli- una llovizna fina y gris. El subconsciente nos
ha repetido sus frases, sus profecías, sus oraciones; y no ha sido voz
de ultratumba la suya; ha sido voz palpitante de vida, de la vida y el
afán de todos estos magníficos camaradas de la Vieja Guardia, del
Frente de Juventudes, de la Sección Femenina... La doctrina del
Fundador vive en ellos como en aquellos tiempos, y si el cuerpo de
José Antonio está muerto bajo la lápida, su espíritu tiene calor de
vida en la de todos los camaradas de Falange. Se nos murió un Capitán,
pero el Dios Misericordioso nos dejó otro. Y hoy, ante la tumba de
José Antonio, hemos visto la figura egregia del Caudillo Franco. El
mensaje recto de destino y esperanzador de historia que José Antonio
traía es fecundo y genial en el cerebro y en la mano del Generalísimo.
Y así, en este día de dolor –Dies Irae- a las once –once campanadas
densas de todos los relojes han sido heraldos de duelo- la corona del
laurel portada por manos heroicas de viejos camaradas ha llegado a la
Basílica y, entre la doble fila de seminaristas –cirios encendidos en
sus manos- ha pasado el Patio de los Reyes y ha entrado en el crucero.
Ha sido depositada sobre la lápida de mármol donde grabado está el
nombre de José Antonio y la palma de honor y martirio. Había dolor en
todos los semblantes. Mientras el coro entonaba el Christus Vinci y
los registros del órgano cantaban la elegía del héroe muerto, a
nosotros nos parecía oír la clara palabra de José Antonio elevarse
allí donde el mármol vela su cuerpo. Una alegría tenemos; la de ver
que a José Antonio sucede un hombre tan irme y sereno como el que
lleva a España por los senderos que él marcó" [en Enrique de Diego,
Los nuevos clérigos, Libros Libres, Madrid, 2004, pp. 180-1;]

Eduardo Haro Tecglen.

7:38 p. m.  

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